Caía
el atardecer
el
cielo estaba tranquilo
mis
ojos se recreaban
dando
a la visión asilo.
Brillaba
el sol y su rayo,
con halo fino
destello…
¡Nubes
de color corrían...
un
paraíso era aquello!
Jugaban
con son angélico…
¡Querubines
se asomaban!
Entre
trompeta y violín
su algarabía...
brindaban.
Viví
y disfrute el momento
¡Como
pocos en mi vida…
Paradisíaco
instante
mantenían-me,
¡ay!, prendida!
Por
el cielo galopando
la nube negra, felina
llega
a esa paz, habitada…
¡La algazara, disemina!
asun
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